martes, 3 de diciembre de 2013

Noche Lluviosa...


Noche lluviosa y fría, yo...sentada en el balcón, tomando un café y un cigarrillo, de pronto llegas tú con rosas y una botella de vino...

Te di un beso en la mejilla izquierda, y tú, cariñosamente un rocé a mi mano dio.. Agarre las rosas y
 la botella, y me dirigí a la cocina, vas detrás de mi y dijiste: que linda estas amor ...Y yo Te dije: -Amor, que alegría verte ¡Esperaba ansiosa tu llegada!...En lo que mis manos abrían la botella de vino... De repente, sentí la suave caricia de tus manos sobre mi espalda y me estremecí al sentir tus dedos jugando en ella, mis piernas temblaron, mis pezones endurecieron y poco a poco tus caricias eran más ardientes, mi vientre se quemaba por los deseos que provocabas en mi, suavemente me inclinaste sobre la mesa, quise levantar la cabeza, pero me lo impidieron tus caricias sobre mi espalda baja...

Así, poco a poco bajaste hacia mis piernas, que sutilmente las abriste y tus manos rozaron mi intimidad, la cual deseaba ser llena de ti.
En un momento grité, ¡Quiero ser tuya, ahora! Pero tú, jugabas con mis deseos y susurrándome al oído, preguntaste: ¿Quién es tu hombre?¿Quién es tu dueño? A lo que exclamé ¡¡Tú eres mi hombre, mi dueño!!



Después de eso, tus caricias aumentaron, me tocabas más fuerte, me besabas, mordías mi piel, causabas dolor, pero la excitación era más que el dolor y lo volvía placentero...
Luego la calma, me veías y sonreías, en lo que me decías palabras lindas al oído...

Y por fin, tus manos las llevaste a mis senos aprentándolos sobre la delicada seda que los cubría.
¡Oh! ¡Qué bellos movimientos son los de tus manos!

Quitaste de mi la blusa, y mis senos quedaron descubiertos a tu merced y la fiesta de tu boca en ellos empezó, en lo que tus dedos jugaban en mi humedad, cuan delicioso era ese subir y bajar de tus dedos... De pronto, llevaste tus dedos a mi boca, mientras tú seguías jugando con mis pezones, quería devorar tus dedos, chuparlos hasta desgastarlos, pero tus apasionadas caricias me lo impidieron, porque astutamente fuiste bajando desde mis senos hasta mis mieles, que esperaban tu boca para que degustara de ella.

Fue ahí donde me perdí en la locura del deseo desenfrenado de tu pasión, sentía como tu lengua exploraba dentro de mi, y tus manos apretaban mis caderas, yo solo me deje llevar por ese momento cerrando los ojos, una y otra vez tu lengua de arriba a abajo, llevándome al descontrol total, las piernas temblaron, los pezones endurecieron, mis ríos se desbordaron, el calor salía de mi vientre y la intensidad fue más... cuando me llenaste de ti, y con ese vaivén ambos explotamos a un solo gemir...

Te movías suave, fuerte, te detenías y seguías mientras tus dientes mordían mis pechos, pero llegó el momento culminante, y con tus manos apretaste mis caderas, yo me incliné hacia atrás, y tus movimientos violentos empezaron, hasta estremecer el alma misma, tus aguas se unieron a las mías y fue entre besos y abrazos que regresamos a la calma...

—Pero sin olvidar los invitados de la noche —
Sexo, deseo, pasión, lujuria y morbo, fueron los afrodisíacos del momento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario